De quién es esa mirada que en sueños me persigue y me perfora la mente, dando lugar a los sentimientos más ocultos, las esperanzas más lejanas. Cuando llega la noche y mi mente está lejos de cualquier otra, me asalta y me provoca, haciéndome ansiar desde el primer momento la próxima vez. Al cerrar los ojos solo quedamos ella y yo, sabiendo que jamás nos encontraremos en esa otra realidad tangible donde nuestro encuentro no sería volátil. Ella va de blanco y lleva una simple y hermosa tiara que recorre su frente. Ningún calzado en sus hermosos pies. Nos encontramos bajo un cerezo que nunca para de llover pétalos como si un viento lo sacudiera. Sé con firmeza que existe, no es fruto de mi imaginación. Algo así jamás saldría de mi mente, simplemente, lo sé. Ella me dice que algún día nos veremos, nos encontraremos en el momento más inesperado. No hay señas, no hay vías que conecten algo más que nuestros pensamientos, cosa que me hace enfurecer, no puedo saber quién es.
Y así, noche tras noche, día tras día, mis esperanzas se desvanecen mientras mis ansias crecen igual de rápido.
Vivo por el día en que aparezcas, dulce dama de blanco.
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