Día tras día, buscando la luz. Las horas pasan. Llega la noche. Después el alba, un nuevo día, pero yo sigo sin ver la luz, la luz que me guíe hacia un nuevo amanecer, no uno nuevo, uno distinto, uno que siempre vuelva tras la oscuridad verdadera, ese descanso de la luz... luz que se apagó y que, pasado el tiempo, aún sigo buscando.
Ahora no hay nada que me guíe, solo los pasos que puedo prever tras los que doy en este momento, que no llevan a ningún lugar, o que me llevan siempre al mismo.
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