martes, 5 de abril de 2011

un ángel me ha visitado

Hoy, un ángel me ha visitado. Tenía una sonrisa radiante, un hermoso cabello ligeramente ondulado (del color no diré nada) y estaba rodeada de una hermosísima y blanca luz.
Me ha dicho que ha venido por mí, que no siempre un ángel se muestra a un humano y que por mucho que digan, la mayoría de los ángeles tienen la misma forma que lo que aquí llamamos "mujer". Y tanto que era una mujer. Si yo fuera una, probablemente estaría sintiendo una envidia terrible hacia su figura y la querría para mí. Pero yo, soy un hombre, y no se me puede decir lo que ella me ha dicho tal y como lo ha dicho sin que me inmute. Yo desde el primer momento sabía que diría que sí a todo lo que me dijera, pues su poder hipnótico es colosal.
Me ha dicho que aunque me doliera, ELLA jamás sería mía, cosa que entiendo de sobra, pues algo así no puede ser poseído por nadie ni nada. Me ha tendido la mano y yo la he cogido. Entonces he notado su increíblemente fría temperatura. Me ha dicho que no me preocupara, que el calor es algo que emitíamos los seres vivos pero que a ella le encanta, ha dicho que soy como una estufa.
Lo que ella no sabe, si es que mi mente es algo cerrado a su ser, era que momentos antes yo no estaba así de cálido. El primer atisbo de su presencia hizo que empezara a notar un calor en el pecho que fue extendiéndose hasta mis extremidades, lo que ella sintió al tocarme.
Y así, siguiendo su deslumbrante y rojizo brillo, seguí su camino hasta perderme de este mundo.

domingo, 3 de abril de 2011

3 de abril

Son las 2 y 41 de la noche, primeras horas de un nuevo día, 3 de abril. Mucho ha llovido y mucho ha soleado. Mucho ha nevado en tierras lejanas donde se parten ligamentos. Y ésto sigue aquí, dispuesto a recibir una nueva retahíla de palabras para que los demás las puedan ver. Es curioso cómo hasta tú, que tanto empeño pusiste, has abandonado la escritura, por así llamarla.
De tres o cuatro personas que fueron escribiendo a la par que tú, sólo una sigue en ello, al parecer a un ritmo vertiginoso casi diario, pero no registrado. Y sigues sin entender lo que pone, sabes que nunca lo harás, aunque tampoco es una prioridad. Pues dale caña, que te hace sentir bien, joder.
Es curioso cómo se te van desvaneciendo las retahílas, con lo bien que se te daba colocarlas con un buen número de líneas. No hay mucho que contar, la mente sufre por motivos que nunca te interesaron ni preocuparon y descansa de aquellos que la hacían funcionar, arrancar, llegar al punto de quemarse y soltar unas cuantas cadenas de letras con significado compartible y publicable.
Quiero hacer una bitácora interesante tanto para mí como para los demás, y casi un año después, el coco sigue cerrado. A ver cómo coño lo abro ahora yo.