sábado, 16 de agosto de 2008

vaya mundo

El mundo, lleno de tanta gente, con las sonrisas que puedes encontrar por la calle, en la tele, parece prometerte que algún día serás feliz, que todos estamos aquí por algo, pero no es así, desde que nacemos, todo es un engaño. La gran mayoría de las personas que conocemos no son como parecen o dicen ser. Unos cuantos meses pueden hacer que nos demos cuenta. Cuatro gatos se libran, cuatro. Es un constante decir una cosa y hacer la otra, desviar atenciones, atraer otras con diversos artificios. Falsa amistad, falsa cortesía, falsas sonrisas, falsos momentos. Al final, lo único que queda siempre es uno mismo, que, para variar, al pertenecer a este mundo también es decepcionante, falso, en definitiva, insuficiente. Hasta en un supuesto paraíso, o simplemente un lugar donde nuestras almas se almacenen con Dios sabe qué propósito, nada sería genuino y todo sería engaño, falsedad y amargura. Cualquiera que tenga algo que aportar seguramente aporta la mitad, no por falta de ganas, sino por falta de oportunidades, que obviamente se ven aumentadas proporcionalmente a la capacidad de manejo de los demás, es decir, a la capacidad de ser hipócrita y manipulador.