martes, 22 de septiembre de 2009

abandono al atardecer

Varias semanas habían pasado desde que su vida había dado aquel giro. Las cosas no hacían más que mejorar y mejorar. Prácticamente todo iba bien, cuando volvía de la universidad escuchando música bailaba, saltaba. Sonreía y se reía de sí mismo cuando se miraba al espejo y se veía haciendo el tonto como nunca. Veía a parejas jóvenes con carritos de bebé y se asomaba a ver esas inocentes caritas llenas de paz. Veía a las parejas también jóvenes que aún lejos estaban de comenzar una familia tumbadas en los jardines y no las envidiaba como solía. Le sobraba la energía y salía a correr, a mirar el cielo, a observar a los pájaros.
Entonces recordó aquel día en que todo le parecía perdido y, paseando solo, fue a sentarse al borde de un pequeño barranco a observar la puesta de sol. Empezó a rememorar varios recuerdos, varios sentimientos afloraban... pero no importaba, estaban solos él y el resto del mundo, con el cielo enrojecido y gritó en silencio al aire por la sensación que lo invadía. Sonrió al Sol que lo abandonaba y lo hacía dejar todo un poco atrás, restarle importancia a cualquier pensamiento triste...
Por ello sintió que quería unir su pasado y su futuro y con ellos amasar su vida y sus esperanzas. Poco a poco recuperó la confianza, visitó a viejos amigos, recuperó a algunos que había perdido en el camino y, por supuesto, buscó otros nuevos. Sus sensaciones adquirieron más tonalidades que nunca y volvía siempre que podía a contemplar el abandono solar consiguiendo renovar las energías y siempre encontrar nuevas motivaciones.

Sea todo bienvenido.

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