Pues no va de sexo, va de entradas creadas, aunque muchas no publicadas y otras apenas empezadas, y también va de la vida, la libertad y muchas sonrisas.
Andaba silbando un temazo por la calle cuando una chica joven que me crucé por la calle me sonrió. He dicho que no va de sexo. La susodicha sonrió como espejo de mi expresión. No se puede ver a alguien así y no verse contagiado en parte. Si no causa efecto en tí, en algo muy profundo andas metido, amigo. Pues yo con mi temazo, y el sol sin brillar, aunque ninguna falta hacía, seguí caminando por las verdes y poco cuidadas aceras de mi barrio. Entonces, encabezando la lista la de aquella chica, empecé a vislumbrar las sonrisas que me habían dedicado varias personas a lo largo de mi vida, y descubrí que no fueron pocas. Ojalá pudiera recordar las primeras, aquellas que se producían cuando yo no era consciente de lo que me rodeaba y la más minima carcajada que salía de mí producía sonrisas en los que me rodeaban. Pero no hacía falta, porque había muchas otras. Pero centrémonos en las últimas... veamos, la de aquella chica, la de la panadera al ir a comprar el pan, la de mi hermano al hacerle cosquillas, la de mi madre al bromear sobre la tele... la de aquella sirena, que cantando me atrae cada noche en medio del sueño y yo, imbécil de mí, la persigo sin alcanzarla hasta el momento en que acabo ahogado en el mar una y otra vez... en sus brazos, besando sus labios de sal, salvando las olas de aquel mar de un triste final. En ese momento es cuando ella sonríe y yo me asusto, porque claro, nada bueno puede venir de una criatura mitológica sobre la que siempre se ha dicho que es una de las perdiciones de los marineros. Sin embargo, ella tiene su cara, y nada puede impedirme olvidar el peligro y continuar donde lo dejamos.
Para sonrisa, la tuya, que hasta en sueños me persigue.
No iba de sexo, iba de algo más importante que eso.
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1 comentario:
Creo que las sonrisas por la calle son una de las cosas que más me gustan. Si estás disfrutando de algo, de una canción, de un pensamiento, de lo que fuere, ¿Por qué no sonreir? A veces me reprimo para no sonreir como una tonta por la calle y lo único que consigo es un extraño cosquilleo detrás del ombligo. ¿A ti te pasa?
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