jueves, 4 de febrero de 2010

recojan estas palabras, que yo no las quiero

Una y otra vez. No eres capaz de parar por un momento. No acabas de abandonar y dejar de preocuparte prácticamente en su totalidad del bienestar de esa persona y ya estás explorando el mundo con esa otra. A saber qué ha pasado entre medias. Como en una estrofa dice Luis Ramiro, a su vez reportando palabras ajenas, "la solución más simple es la correcta, dice la navaja de Occam". Sí, y también a veces esa solución está en frente de tus narices, y el fin de tus problemas consiste en dejar de enredar y despreciar lo que se tiene frente a nuevos mundos y a buscar despedidas innecesarias. Y ahora los problemas afloran en otro lugar, por otro motivo distinto, al fin y al cabo el mismo.
Por si aún no lo sabías, la madurez no está solo en buscar, sino en encontrar y guardar. Y aunque un viento huracanado sople en mi contra, andaré contra él buscando lo que sé que merece la pena, y me olvidaré de las causas perdidas que no se quieren orientar por mucho que les des un mapa y una brújula.
El que juega con fuego se quema. Sí, pero no si sabe cómo manejarlo a su antojo y a su favor. De hecho, algunos sabemos que lo que hay que buscar es el fuego, la llama, y no el hielo. Porque aunque las sombras nos cobijen, a veces hay que ahuyentarlas para dar paso a algo mejor. Hay un par y pico de cosas que he aprendido:
No se puede salvar a alguien que no quiere ser salvado.
No se puede llevar de la mano a alguien que no desea ser acompañado.
No se puede buscar el amor en alguien que no prefiere dártelo.
Si procede, se puede salvar a alguien si no sabe que necesita la ayuda.
Si es menester, se agarra por la fuerza a quien está perdido y solo.
Si es necesario, se saca el amor de donde no parecía manar.

5 comentarios:

Lina dijo...

Aprendiendo de la gente es como mejor maduras. Eso es lo que he aprendido de mis padres y de unas pocas experiencias. Te das cuenta de lo que si y de lo que no. Y mi mejor método para fijar esa nueva lección es mirar al cielo y ver como se mueven las nubes. Al final la belleza de la naturaleza puede con todo y te serenas.Y cuando vuelves a las seis caras de tu habitación ya no temes sus reproches por que ya te sabes la lección.

El Zahir dijo...

Buena reflexión, señor Miguel.

Una pulga cualquiera dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Una pulga cualquiera dijo...

A veces la temperatura es diferente de la que pensamos, y nuestras sensaciones
estàn equivocadas, y nuestras palabras, inventadas y lo que es màs, no confirmadas.

Miguel Nieto Peña dijo...

Cambiando de parecer, ¿eh? jeje.
Tal vez me equivoque con ciertas personas que se puedan ver parcialmente reflejadas en esto, aunque en cierto momento de sus vidas se acerque más a la verdad que en otros.
Lo importante de la temperatura es la sensación que deja, ya que no es lo mismo la temperatura del aire que la del mar, incluso se siente distinta la del mar en función de la del aire que lo rodea.
Las palabras no hace falta confirmarlas, si uno está engañado es por algo, y como jamás se sabrá la verdad, quedará lo poco vivido con sus sensaciones respectivas