Y ver cómo se desvanece el tiempo, cómo atraviesa mi piel cambiándola tanto y a la vez tan poco. Los sueños que al despertar me persiguen no significan nada. La lluvia no moja mi pelo, el viento no me hace cerrar los párpados. ¡El frío! Me río yo del frío que alcanza mis huesos antes de que mi carne lo sienta. Ni siquiera el Sol deslumbra como debería. La luz de la mañana no me dice nada, sólo que he dado una vuelta más, y no porque mi cuerpo quiera.
¿Mejor estar quieto y no merecer nada? ¿Mejor intentar y caer, e intentar y caer de nuevo hasta merecerlo todo? Cada día es más tarde, y más pronto está el olvido. Nunca sientas que algo permanecerá, porque no es así... Todo cambia y nada ni nadie se para a apreciar. Prisas y más prisas, nunca hay tiempo.
miércoles, 28 de enero de 2009
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